El Día Mundial de la Vida Silvestre: una alianza necesaria con la biodiversidad

silvestre

La Asamblea General de las Naciones Unidas decidió en 2013 que el 3 de marzo sería declarado el Día Mundial de la Vida Silvestre, un evento anual que se celebra para homenajear a la flora y la fauna salvajes, así como para crear conciencia sobre los beneficios y el papel que podemos desempeñar para protegerlas.

Se estima que más de 2.000 millones de hectáreas de la superficie terrestre están degradadas, lo que afecta directamente al bienestar de aproximadamente 3.200 millones de personas y además lleva a especies a la extinción e intensifica el cambio climático.

En su resolución, la Asamblea General de las Naciones Unidas reafirmó el valor intrínseco de la flora y la fauna silvestres y sus diversas contribuciones, entre ellas contribuciones ecológicas, genéticas, sociales, económicas, científicas, educativas, culturales, recreativas y estéticas al desarrollo sostenible y el bienestar de la humanidad.

Algunas de las especies de fauna más emblemáticas y amenazadas, como por ejemplo los gorilas de montaña, pandas, tigres y rinocerontes viven en reservas de la biosfera. Como ejemplo, el Programa sobre el Hombre y la Biosfera y su Red Mundial de Reservas de Biosfera juegan un papel clave en la conservación de la vida silvestre a través de diversos proyectos e iniciativas siendo la Alianza para la Supervivencia de los Grandes Simios (GRASP), una de sus iniciativas más notables.

Para intentar revertir la situación, los países tratan de implementar principios programáticos para proteger la biodiversidad y los ecosistemas, incluyendo un trabajo de concienciación ciudadana. A principios de 2020, 123 países se comprometieron a establecer metas voluntarias para lograr la neutralidad de la degradación de la tierra. Esto mejoraría no solo la diversidad y el bienestar de millones de personas, sino que también favorecería la lucha contra el cambio climático.

Y en ese compromiso de cumplir los objetivos, las empresas también juegan un papel fundamental. Un ejemplo de ello es el grupo Iberdrola, que tiene plenamente integrada la conservación de la diversidad biológica de los ecosistemas dentro de su estrategia. La compañía comenzó una profunda transformación de su modelo de negocio hace más de 20 años, cuando apostó por un modelo energético sostenible, seguro, competitivo, que permitiera afrontar la lucha contra el cambio climático mundial.

Por eso, todos sus proyectos de nuevas instalaciones cuentan con un exhaustivo plan medioambiental con el objetivo de minimizar su afección a la flora y la fauna. 

Como ejemplo, está la planta fotovoltaica de Núñez de Balboa, en Usagre (Badajoz, España) con una superficie cercana a las 1.000 hectáreas y compuesta por 1.430.000 paneles fotovoltaicos, 288.000 cimentaciones, una subestación y una línea de evacuación de 12 kilómetros. Tiene una capacidad instalada de 500 MWp y, desde abril de 2020, suministra energía limpia a 250.000 personas.  Es la mayor instalación fotovoltaica en funcionamiento en Europa y por tanto supuso un reto medioambiental que desde un principio intentó proteger la biodiversidad de la zona

Para ello, se evitó que la ejecución del proyecto afectara a especies de orquídeas de interés especial, se excluyó de la zona un área de avistamiento de aguilucho cenizo vallando el área durante la obra para asegurar su protección, se tomaron medidas concretas para respetar los periodos de apareamiento de la avutarda, así como los nidos de abejaruco y búho chico, se desarrolló un Plan de Conservación de la Vida Silvestre en torno a dos charcas ganaderas y se colocaron cajas-nido en todos los apoyos de la línea eléctrica adaptadas para cernícalo primilla y cernícalo común. Una vez construida, se permite al ganado ovino entrar a pastar en el área de la planta, lo que hace posible mantener la vegetación y evitar el uso de herbicidas.

Y en ese compromiso de cumplir los objetivos, las empresas también juegan un papel fundamental. Un ejemplo de ello es el grupo Iberdrola, que trabaja para compatibilizar la tecnología, instalaciones energéticas y un respeto a la naturaleza que tiene como objetivo proteger, restaurar y promover el uso sostenible de los ecosistemas terrestres, no sólo para conmemorar el Día Mundial de la Vida Silvestre, sino para preservar un planeta con una biodiversidad rica para el presente y el futuro. 

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