“Espero que en un futuro no muy lejano comer animales sea considerado algo primitivo”

“Espero que en un futuro no muy lejano comer animales sea considerado algo primitivo”

Un jugoso filete humeante reposa sobre un plato. La mayoría tan solo ve una sabrosa comida, un producto listo para ser saboreado e ingerido. Javier Morales Ortiz ve mucho más que eso: un pedazo de un animal muerto, que tuvo una vida, que fue consciente, que sentía y que sufrió cuando fue sacrificado. Para este escritor y periodista no se trata de ceguera, sino de que “no queremos ver” todo lo que implica ese pedazo de carne en el plato, tanto a nivel moral como medioambiental, económico y social.

«Los animales son seres sintientes. Sufren, tienen empatía. En Occidente nadie se comería a su perro o a su gato»

Su inquietud por saber más en torno a la industria cárnica y sus efecos tle llevó a embarcarse en una investigación de la que es fruto el libro El día que dejé de comer animales (Ed. Silex). En él, Morales recopila sobrecogedoras cifras y reflexiones que le han llevado a concluir que no tenemos derecho a comer animales y que hacerlo tiene un precio más alto del que mucha gente cree.

DEJAR DE COMER CARNE

¿Por qué un día dejaste de comer carne?

Era un tema que me planteaba desde hacía muchos años. Siempre he sido muy sensible al trato que le damos a los animales y conocía la situación en la que «viven» hoy en día con la ganadería intensiva. Son unas condiciones atroces, que en muchos casos traspasan cualquier consideración de tipo ético. Pero no acababa de decidirme. Hasta que leí Comer animales, un libro del escritor norteamericano Jonathan  Safran Foer. Ahí detalla lo que ya sabía y había visto en vídeos. De alguna manera, sus palabras y los testimonios que recoge me animaron a dar el paso definitivo.

¿Tenemos derecho a comer animales?

Creo que no. Los animales son seres sintientes. Sufren, tienen empatía. En Occidente nadie se comería a su perro o a su gato y sin embargo los cerdos, por ejemplo, pueden llegar a ser incluso más empáticos e inteligentes que los perros. Tienen mucho en común con nosotros, que no olvidemos que también somos animales. No creo que necesitemos comerlos  para nuestra supervivencia. Podemos vivir plenamente sin hacerles daño. De modo que yo invertiría la pregunta. ¿Por qué comerlos si podemos no hacerlo? Además, en las condiciones en las que se produce actualmente la carne, donde se les trata como objetos, es aún más inaceptable moralmente su consumo.

CONSECUENCIAS DE COMER CARNE

¿El consumo masivo de carne, tiene consecuencias a nivel social, económico o medioambiental?  

Claro. Muchas personas dejan de comer carne por ese motivo. Los trabajadores de los mataderos realizan su labor en unas condiciones pésimas. El consumo de carne, no de la carne en general, pero sí la que llega a nuestros platos, tiene graves efectos para nuestra salud (a los animales se les atiborra de antibióticos, por ejemplo). Y, por supuesto, para el medioambiente. Es responsable de al menos el 20% de las emisiones de gases de efecto invernadero, causantes del calentamiento global. El sector pecuario es responsable de un 10% del consumo mundial de agua y uno de sus grandes contaminantes. Además de una de las principales causas de la deforestación. El alimento que se les da a los animales de «granja» (un eufemismo porque viven amontonados en pequeños espacios) y los residuos que generan acaban penetrando en el subsuelo. Según WWF (World Wildlife Fund), un tercio de las tierras agrícolas se dedican a la ganadería industrial.

Durante la elaboración de tu libro investigaste y recopilaste numerosas estadísticas relacionadas con el consumo de carne. ¿Qué datos de los que descubriste te impactaron más?

Los datos son escalofriantes. En 2014, según esta organización de las Naciones Unidas, se mataron en el mundo a más de setenta billones de animales para el consumo de carne (dejamos de lado el pescado, pero no porque su impacto sea menos importante). Solo en España llegamos a los 850 millones de animales. Estas cifras deberían hacernos pensar seriamente por qué lo estamos haciendo.

¿Crees que la gente es consciente de todo lo que implica comer carne cuando la tiene delante en un plato?

No. Ese es el problema. Hay una frase muy conocida de McCartney que dice que si los mataderos fueran de cristal nadie comería carne. No queremos ver. El sistema de producción nos trae una bandeja con filetes, pero no identificamos esa carne con un animal muerto, un ser vivo y sintiente que antes tuvo una vida. Hay un libro muy interesante que explica todo esto, Por qué amamos a los perros, nos comemos a los cerdos y nos vestimos con las vacas, de Melanie Joy.

¿Piensas que realmente llegará el día en el que los seres humanos dejen de consumir carne?

Pues, si avanzamos como especie, creo que sí. Cada vez hay más gente consciente, en parte porque la ganadería industrial es realmente intolerable y cualquier persona con un mínimo de sentido ético no puede permanecer impasible cuando conoce el problema de cerca. Tengo la esperanza de que en un futuro no muy lejano comer animales sea considerado como algo primitivo. Igual que conducir un coche de gasolina o pensar, como ocurría en el siglo XIX, que las mujeres no tenían derecho al voto, por ejemplo.

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