¿Vacaciones en el mar? La sucia huella ecológica de los cruceros

¿Vacaciones en el mar? La sucia huella ecológica de los cruceros

Ingenuamente, la mayoría los ve como un idílico escenario de vacaciones o de célebre serie de televisión, pero tras esos gigantescos trasatlánticos que atracan en las ciudades se esconde una muy contaminante realidad flotante que amenaza a muchas áreas metropolitanas costeras, algunas de ellas, en España. La alarma dada por asociaciones ecologistas y expertos sobre el lastre que suponen para el medio ambiente los cruceros que navegan por aguas del Mediterráneo se suma al debate generado por las quejas de vecinos, instituciones y colectivos pidiendo un modelo de turismo sostenible y que ha acabado en desagradables aunque aislados incidentes. Un reto relevante alrededor de un suculento (pero muy sucio) negocio, que solo en Barcelona deja 313 millones de euros al año.

Negocio y disfrute vs daño ecológico

El tráfico de pasajeros por los puertos españoles ha logrado un nuevo récord histórico en los seis primeros meses de 2017. Cada barco que echa sus amarres en los puertos españoles se traduce en dinero para el sector del turismo en la ciudad. Los atraques el Mediterráneo acaparan el 63,7% de visitantes, con 2,3 millones de pasajeros del total de cruceristas. Barcelona se confirma como el principal destino europeo y cuarto del mundo como puerto base, seguida de los puertos de Baleares, Málaga y en cuarto y último lugar Valencia. En Barcelona los viajeros en barco gastan de media 134 euros al día en tierra más que el resto de turistas en la ciudad condal.

 

  huella ecológica

 

Entre mayo y octubre desembarcan de media casi 11.000 cruceristas al día a visitar la ciudad, que generan las polémicas aglomeraciones que denuncian muchos habitantes de la ciudad que no ven el el turismo esa mina de oro que supone para sectores como el de la hostelería, el comercio o el sector del taxi de la ciudad. Rechazo que desgraciadamente ha acabado en episodios incontrolados de protesta que se resume en el término de turismofobia tan comentado durante este verano de 2017.

 

huella ecológica crucero

 

Ahora las asociaciones ecologistas se unen a este rechazo a los cruceros por la huella ecológica que significan. Una situación que para ellos no es nueva y que lleva años estudiándose y avalándose mediante diferentes estudios sobre el mar.

La huella ecológica de los cruceros

Los cruceros ofrecen la posibilidad de recorrer diferentes ciudades, llevarte la maleta, ofrecerte atardeceres de ensueño, banquetes y grandes fiestas en cubierta. Ciudades flotantes cargadas de ilusiones. Algo que a priori nada tiene de malo, pero que si nos paramos a pensar cómo se consigue, y sobre todo cómo afecta al entorno, las cifras son tan alarmantes como positivas son las económicas. Por ejemplo, un crucero con capacidad para unos 3.000 pasajeros puede generar cerca de 1.000 toneladas de residuos cada día. Las aguas grises (duchas, lavabos, piscinas, lavadoras…) o fecales participan de la cifra. Las farmacias, tintorerías o tiendas de fotografía que albergan estos complejos también filtran metales pesados y sustancias tóxicas al mar. Las actividades de alimentación y consumo de distintos productos, por su puesto, contribuyen con 7.000-10.500 kilos de basura. Residuos que se generan a diario y que se regulan bajo el acuerdo MARPOL para la prevención de la contaminación del mar. Si no se cumple correctamente van a parar al mar lo que se traducen en contaminación medio ambiental y daño directo al ecosistema marino.

 

contaminación marina

 

 

En cuánto al combustible, los barcos emplean un fuel oil pesado, 100 veces más tóxico que el diésel que utilizan automóviles y camiones, y que tiene hasta 3.500 veces más contenido de azufre. Un tipo de combustible que «está prohibido en tierra, donde es considerado un residuo peligroso que exige un tratamiento altamente costoso», denuncian las asociaciones ecologistas. El consumo de combustible de un crucero es equivalente al de 12.000 vehículos, con el agravante de que el tipo de fuel utilizado en la mayoría de buques es 50 veces más tóxico que el habitual.

 

contaminación marina 1

 

Según diferentes informes los grandes cruceros que llegan, por ejemplo, al puerto de Barcelona contaminan el aire hasta 400 kilómetros más allá de la ciudad condal. De las mediciones de la calidad del aire llevadas a cabo en el puerto de Barcelona, se desprende que hay concentraciones de hasta 428.000 partículas ultrafinas por centímetro cúbico cerca de las terminales de cruceros del puerto. Niveles que superan, «muy de largo», la concentración de partículas que se pueden dar en una calle con un alto nivel de circulación de vehículos. El impacto es directo en la atmósfera, en el calentamiento global y en la salud de las personas que viven cerca de los puertos. A esto se suma que muchos de los ecosistemas más ricos y variados de los océanos, como los arrecifes de coral, han visto sumada a sus amenazas el incremento en la presencia de buques de crucero en los lugares donde se encuentran.

 

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¿Soluciones? Sí, las hay

Como llevan años reivindicando las asociaciones ecologistas los cruceros deberían tener un protocolo exigente de tratamiento de residuos y un cambio radical en su combustible. Los barcos deberían cambiar el gasoil por el gas o enchufarse a la red eléctrica en los puertos. Los expertos apuntan a que el gas sería la mejor opción, ya que pueden reducir las emisiones a la atmósfera un 90%, pero a día de hoy solo existe un barco que lo ha modificado y navega por el Mar Báltico. La normativa europea en vigor marca el 2020 como límite para que los barcos que operen cerca de las costas o puertos tengan un límite de 0,5% de azufre en el combustible, todas las navieras deben hacer un importante esfuerzo para intentar disminuir el impacto medio ambiental. Los cruceros son pequeñas ciudades flotantes que deberían cumplir las mismas exigencias ambientales que aquellas que están en tierra firme.

 

 

 

 

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