¿Tú también contaminas el planeta con el transporte? ¡Basta ya!

¿Tú también contaminas el planeta con el transporte? ¡Basta ya!

Los primeros días de desescalada tras la pandemia del coronavirus apuntaban a un cambio en el urbanismo hacia el 2.0. La sensibilidad ecológica, el afán por tener una vida más saludable y la irrupción del teletrabajo cuestionaban el modelo de ciudad conocida hasta entonces. Sin embargo, el temor a un posible contagio en el transporte público, ha aumentado el número desplazamientos en coche y, en consecuencia, la contaminación.

Y es que, por mucho que un coche luzca la etiqueta Eco que ofrece la DGT, no significa que contamine menos. Según un estudio elaborado por la Federación Transport & Environment, los vehículos propulsados por gas (GNC) liberan grandes cantidades de partículas contaminantes y peligrosas asociadas con el cáncer, el alzheimer y enfermedades cardíacas y respiratorias. 

De acuerdo al documento, los coches y furgonetas de gas natural comprimido emiten un número elevado de partículas y, en algunos casos, las emisiones son un 50% superiores a las permitidas para los modelos diésel o gasolina equivalentes.

El informe destaca que los riesgos se incrementan, debido a que los coches y furgonetas de GNC no están sujetos a un límite de emisión de partículas

Por su parte, los autobuses también emiten un gran número de partículas. Los niveles más elevados de emisiones de los vehículos de GNC suelen registrase durante la conducción urbana (es decir, a bajas velocidades, con arranques en frío). Este hecho resulta particularmente preocupante para la calidad del aire en las ciudades y zonas densamente pobladas.

Sin embargo, en nuestro país estos vehículos llevan una etiqueta ECO que les da acceso privilegiado a las Zonas de Bajas Emisiones impulsadas en algunas ciudades. Además, algunos territorios ofrecen incluso subvenciones para su compra y muchos ayuntamientos les conceden descuentos en el pago del impuesto de circulación.

El informe de T&E señala que el GNC no puede catalogarse como una tecnología limpia o de baja emisión. En consecuencia no puede estar sujeto a las políticas o los incentivos financieros para promover su uso como vía de mejora de la calidad del aire.

La reciente crisis sanitaria de la COVID–19 ha corroborado que la reducción del tráfico en las ciudades tiene claros efectos en la disminución de la contaminación, algo que a su vez supone una importante mejora de la salud pública. 

La única forma de mejorar la calidad del aire en las ciudades es disminuir el tráfico motorizado, potenciando el transporte público, la bicicleta y el tránsito peatonal. 

También es necesario promover el ahorro energético, adoptar las mejores técnicas industriales disponibles, cerrar las centrales térmicas de carbón, penalizar el diésel, reducir el uso del avión y declarar un área de control de las emisiones del transporte marítimo.

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