El séptimo continente, una isla de plásticos
La conocida como Gran Mancha de Basura del Pacífico nada desde hace décadas en dicho océano, entre Hawai y California. Tras años de investigaciones se ha determinado que la isla de plásticos continúa creciendo y abarca una extensión similar a la de Francia, España y Alemania unidas.
Tras tres años de mapeo de la zona llevado a cabo por The Ocean Cleanup Foundation sus hallazgos han sido publicados recientemente. A día de hoy, este vertedero de desechos plásticos pesaría alrededor de 80.000 toneladas y continúa empeorando.
Uno de los datos más sorprendentes que arroja la investigación es la gran cantidad de objetos grandes localizados, que representan el 92% de la masa, mientras que los microplásticos, que habitualmente conforman la llamada “sopa de plástico” suponen tan solo el 8% restante.
La existencia de esta isla de plástico fue descrita por primera vez en 1988, cuando se describen altas concentraciones de fragmentos plásticos acumulados en zonas caracterizadas por sus corrientes oceánicas, que crean masas de agua muy estables.
Desde entonces los estudios han sido constantes, especialmente aquellos sobre la fotodegradación de los plásticos en el océano. Poco a poco los fragmentos plásticos se van degradando y convirtiéndose en trozos más pequeños cada vez que se concentran en la parte superior hasta que se desintegran. El plástico llega a ser de un tamaño tan pequeño que entra por completo en la cadena alimenticia de los organismos marinos que viven más cerca de la superficie, así como de las aves marinas.
No solo afecta a estos animales, sino también a aquellos peces más grandes que se alimentan de ellos y que al final son pescados para alimento de los seres humanos, que acabamos ingestando estas toxinas.
El problema no cuenta con una solución sencilla a corto plazo. La gran dispersión de fragmentos en una gran base de agua hace muy complicada la retirada de estos residuos, de hecho, y a pesar de ser conocida como la isla de plásticos, no se trata de una acumulación masiva y concentrada, sino de una dispersión mucho mayor de la que tradicionalmente se había supuesto. Esto hace aún más complicada cualquier estrategia de limpieza que se quiera abordar.
Debemos comenzar por la concienciación, no solo reducir la utilización de materiales plásticos, lo cual está perfectamente a mano en nuestra vida diaria, sino también la reutilización y reciclaje de los mismos. En muchos casos no nos damos cuenta de que los pequeños gestos son los que, si son realizados por todos nosotros, marcan la diferencia. Pensemos en esos peces a los que hemos invadido su hábitat, que tratan de alimentarse mientras se intoxican y que finalmente, pueden acabar en nuestra mesa. Quizás así nos cueste menos conseguir que esa lata termine en el cubo amarillo.
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