La contaminación incrementa un 20% las probabilidades de sufrir un ICTUS

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La sombra de los efectos de la polución sobre la salud se alarga cada vez más. La boina que cubre las grandes ciudades provoca problemas respiratorios, cardiovasculares, pone en riesgo a la población más enferma, a nuestros mayores, niños, embarazadas… diferentes estudios científicos lo corroboran y llevan años poniéndonos en alerta. La contaminación atmosférica, que se produce principalmente por la mala combustión de motores diésel, está además también relacionada con un mayor riesgo de desarrollar un tipo de ictus. El Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) y el Instituto de Salud Global Barcelona (ISGlobal) han constatado que la exposición a altas concentraciones de carbón negro (hollín) eleva un 20% el riesgo de sufrir un ictus aterotrombótico.

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Por primera vez, se ha demostrado que exponerse al hollín precipita a corto plazo el desarrollo de un accidente cerebrovascular. «Relacionamos el contaminante del carbón negro, provocado especialmente por la combustión de motores diésel, con un efecto claro en el desarrollo del ictus aterotrombótico, que supone el 30% de los ictus isquémicos que se producen«, apunta Jaume Roquer, jefe del servicio de Neurología del Hospital del Mar y responsable de estudio. Para llevar a cabo este estudio, analizaron la potencial influencia de dos elementos contaminantes, las partículas finas (PM 2.5) y el carbón negro, sobre la salud cerebral de más de 2.700 pacientes ingresados con un ictus en un periodo de dos años. “Teníamos los datos de los pacientes, a qué hora se habían iniciado los primeros síntomas, cuándo entraron en urgencias… Y los relacionamos con los datos de altas concentraciones de contaminantes en la zona», señala el neurólogo.

Pero, ¿cómo puede influir el hollín en nuestra salud cerebral? La respuesta es sencilla. Las partículas de hollín entran al organismo a través de la respiración y, pese a ser de un tamaño ínfimo, son capaces de «generar reacciones inflamatorias que facilitan reacción trombótica, aumentar el estrés oxidativo, producir una vasoconstricción de las arterias que puede degenerar en una hipertensión, y alterar el ritmo cardíaco», enumera Roquer.

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“El exceso de polución lo que hace es precipitar el ictus»

Si bien es cierto que en todos los casos se trataba de personas vulnerables con predisposición a sufrir un accidente cerebral, el nuevo estudio ha detectado que este elemento procedente de la mala combustión de los motores diésel de los vehículos actúa como desencadenante determinante a corto plazo de este tipo de ictus. Una investigación que vuelve a poner sobre la mesa la necesidad de concienciar de los riesgos de la contaminación y regular, en concreto, los niveles recomendados de concentración de hollín en el aire. Riesgos que van más allá de los problemas respiratorios y del cáncer. Es por eso que Roquer advierte: «Los médicos tenemos que ser más proactivos e incluir la contaminación como un factor de riesgo asociado más, como la diabetes o el tabaquismo”.

 

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