Guerra al petróleo

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Nueva York ha sido la última en sumarse a un movimiento surgido a la raíz de la Cumbre del Clima de París, que aboga por desinvertir en empresas de combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón) por contribuir a las emisiones de gases de efecto invernadero. Lo ha hecho para sumarse a la lucha contra el cambio climático, pero no es la única ciudad en el mundo que ha iniciado esta saludable batalla.

La metrópolis, bajo la tutela del alcalde Bill de Blasio, ha emprendido acciones legales contra cinco petroleras: ExxonMobil, ConocoPhilips, Chevron, Shell y BP. “La avaricia de las compañías fósiles nos ha traído hasta aquí, por lo que deben ser ellas las que paguen para que Nueva York sea una ciudad más segura y resiliente”. Les pide directamente compensaciones legales por los daños que, considera, causan las catástrofes que desencadena su actividad. Fenómenos meteorológicos extremos como el huracán Sandy, que hace cinco años provocó graves daños. La lucha no acaba ahí; además, han anunciado alto y claro que los cinco fondos de pensiones de la ciudad retirarán sus inversiones en combustibles fósiles (lo que supone 5.000 millones de los 189.000 millones de dólares en activos que gestionan).

Bill de Blasio

Bill de Blasio, alcalde de Nueva York, ha declarado la guerra al petróleo

Este movimiento por la desinversión fósil arrancó en 2012 en los campus de algunas universidades de EE.UU. y, a día de hoy, se ha extendido por otras esferas y ha llegado a diferentes países. Se ha llevado a cabo en San Francisco, Minneapolis, Seattle, Santa Fe, Santa Mónica, Santa Cruz o Richmond, en EE.UU.; Oslo (Noruega); Orebro (Suecia); Boxtel (Holanda); y Copenhague (Dinamarca), que también se han sumado a este movimiento. Es solo el inicio porque, aparte de Nueva York, en Berlín y Washington también estudian unirse. Por el momento, España parece mantenerse al margen. Las ciudades son solo una parte de una lista de entidades filantrópicas, instituciones educativas y religiosas y fondos de inversión que han comenzado a desprenderse de sus participaciones en empresas de combustibles fósiles.

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Nueva York es la última en sumarse a un movimiento surgido a la raíz de la Cumbre del Clima de París

¿En qué consiste el movimiento por la desinversión fósil?

En resumen, es un movimiento que trata de convencer a los inversores en general de que saquen su dinero de esos fondos, que vendan esas acciones o bonos e inviertan su dinero en otras actividades, como las energías renovables u otras iniciativas que no sean dañinas para el clima. El único objetivo es poner al sistema financiero al servicio de la descarbonización de la economía.

Este movimiento todavía no ha alcanzado su máximo esplendor. Se está haciendo viral. Será entonces cuando alcance el éxito. Cuando dé el salto definitivo de universidades y grandes ciudades a entidades mayores, como son las aseguradoras e incluso los bancos. Algo que ya ha ocurrido en lo que los expertos llaman ‘La tercera ola’.
¿Puede el movimiento por la desinversión fósil funcionar como detonante para la lucha climática? Es algo que está por verse y que pone de manifiesto que la batalla contra el cambio climático es ya un hecho y un motivo de preocupación para millones de personas en este planeta.

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